La espera eterna abrió una ventana... luminosa...
No había música, ni sonidos...
Sólo luz, cegadora, cruelmente amable e incitadora... ven a ver lo hermoso...
Cierro los ojos, la habitación entra poco a poco en calor.
Mi mano se levanta, lentamente. Respiro tibieza, respiro promesas de tiempos mejores, respiro ilusiones, respiro... como hace mucho tiempo no lo hacía...
Y luego, de un manotazo, cierro la ventana... y vuelvo a mi interior, como la sombra que he aprendido ser...
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on 17 de abril de 2008
at 12:56 p. m.
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