[...] ya está oscureciendo... por alguna razón, la luz de la casa se cortó. Hace algunas horas que estoy sola en la oscuridad, pero ya no importa. Me asusté al principio, sobre todo cuando el sol se escondía trás los cerros y me prohibía de su luminosidad...
Ya dejé de mirar por la ventana, los espectros, las figuras que caminan, que miran desde la oscuridad, son demaciado parecidas a las de mis sueños. Entonces, pierdo el sentido. Todo es oscuro, la realidad y las ilusiones, mientras que ni la luna ha salido, yo sigo pensando en las estrellas que las nubes no me permiten ver...
Al principio me daba risa, porque tuve la sensación de que tú también estarías en aquella oscuridad, que de pronto te vería aparecer de entre las parades, digno de la aquella alma en pena en que te has convertido, y que simplemente me acompañarías. Pero, no tengo labios que rían. Interrumpir mi propio silencio negro y perfecto, solo por escuchar mi risa triste, no justifican mis ganas de verte aparecer. Por eso ya no rio, por eso ya no lloro. Algún día también, dejaré de respirar. [...]