Posted by Rakeru Viu


Nocturno


Padre Nuestro, que estás en los cielos,
¡por qué te has olvidado de mí!
Te acordaste del fruto en febrero,
al llagarse su pulpa rubí.
¡Llevo abierto también mi costado,
y no quieres mirar hacia mí!



Te acordaste del negro racimo,
y lo diste al lagar carmesí;
y aventaste las hojas del álamo,
con tu aliento, en el aire sutil.
¡Y en el ancho lagar de la muerte
aun no quieres mi pecho oprimir!



Caminando vi abrir las violetas;
el falerno del viento bebí,
y he bajado, amarillos, mis párpados,
por no ver más enero ni abril.



Y he apretado la boca, anegada
de la estrofa que no he de exprimir.
¡Has herido la nube de otoño
y quieres volverte hacia mí!



Me vendió el que besó mi mejilla;
me negó por la túnica ruin.
Yo en mis versos el rostro con sangre,
como Tú sobre el paño,
le di, y en mi noche del Huerto, me han sido
Juan cobarde y el Ángel hostil.



Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos, al fin:
el cansancio del día que muere
y el del alba que debe venir;
¡el cansancio del cielo de estaño
y el cansancio del cielo de añil!



Ahora suelto la mártir sandalia
y las trenzas pidiendo dormir.
Y perdida en la noche, levanto
el clamor aprendido de Ti:
¡Padre Nuestro, que estás en los cielos,
por qué te has olvidado de mí!



me gustaría tener la seguridad de algo...
me gustaría que alguien me dijiera: esto es lo que va a pasar, lucha por que eso suceda...
yo le diría: gracias, gracias, gracias, gracias...
pero siempre estaría el peligro que me dijiera algo terrible, terrible... de aquellas cosas que yo pienso que van a pasar y están guardadas en el fondo de mi cerebro, negandose constantemente...
momentos de desequilibrio, en donde todo parece detenerse y nada tener sentido.

This entry was posted on 26 de abril de 2005 at 2:45 p. m. . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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